Sobre mi
Brujo del Amor
Desde tiempos inmemoriales, el amor ha sido el motor que impulsa el alma humana. A lo largo de mi vida, fui testigo del dolor de corazones rotos, de almas separadas por el destino y de la desesperanza de aquellos que solo anhelaban recuperar lo que un día les llenó de felicidad. Yo, Anselmo el Sabio, dediqué cada latido de mi existencia a ayudar a quienes sufrían por amor, a través de los antiguos rituales de amarre y las fuerzas ocultas de la naturaleza.
Mis Inicios
Nací en un pequeño pueblo rodeado de montañas, donde las tradiciones ancestrales aún vivían en los susurros del viento y en las hierbas sagradas del bosque. Desde niño, tuve el don de sentir lo que otros no podían ver: las energías que unen a las almas y los lazos invisibles que el destino entreteje entre los corazones. Mi abuela, una curandera sabia y respetada, fue quien me enseñó los primeros secretos del arte esotérico.
Aprendí a leer las estrellas, a interpretar los sueños y a mezclar los ingredientes justos para preparar pócimas que despertaran el deseo, la pasión y la reconciliación. Pero no era solo un asunto de magia; comprendí que cada persona que llegaba a mí buscaba algo más que un simple encantamiento: anhelaban esperanza, seguridad y una segunda oportunidad para el amor verdadero.
El Camino del Brujo
Con el tiempo, mi fama creció. Hombres y mujeres de lugares lejanos venían en busca de mis dones. Algunos lloraban por amores perdidos, otros se desesperaban por la frialdad de sus parejas, y algunos solo deseaban recuperar la pasión que el tiempo les había arrebatado.
Cada caso era único, y por eso cada ritual debía ser tratado con respeto y precisión. Los amarres de amor no eran meros hechizos; eran la unión de energías, el despertar de sentimientos dormidos y el llamado a los espíritus que rigen los lazos del corazón. Usaba velas de colores, aceites esenciales, hilos rojos entrelazados y palabras antiguas que resonaban en la profundidad de la noche.
Pero también aprendí que la magia no podía forzar lo que no estaba destinado a ser. Ayudé a muchos, pero también supe cuándo debía aconsejar soltar y seguir adelante. La verdadera magia del amor no radica en encadenar corazones, sino en recordarles por qué se eligieron en primer lugar.
Los Años de Sabiduría
El tiempo pasó, y aunque mi cuerpo envejeció, mi espíritu se mantuvo fuerte. Mis conocimientos se expandieron, y con ellos, mi compromiso de seguir guiando a los que buscaban respuestas. Muchos de los que acudieron a mí volvieron años después, no por más hechizos, sino para agradecerme, porque con mi ayuda encontraron lo que realmente necesitaban: el amor en su forma más pura, aquella que no es esclavitud, sino elección.
Hoy, en la tranquilidad de mi morada, sigo encendiendo velas y murmurando palabras al viento, dejando que la sabiduría de mis ancestros fluya a través de mí. Porque el amor, en todas sus formas, seguirá siendo el misterio más grande del universo, y mientras existan almas desesperadas en busca de él, siempre habrá un brujo dispuesto a guiarlas en su camino.
— Anselmo el Sabio, Brujo del Amor

